Miraba hacia el frente. La madera ya fría estaba tan cerca de su rostro. Trataba de acomodarse mejor, movía de vez en cuando los hombros, las piernas. Sus movimientos se limitaban a cuatro. Gritaba lo más fuerte que podía por varios minutos, ya lo hacía solo por desahogarse, pues se había dado cuenta que sus gritos anteriores para pedir ayuda no le habían servido de nada. Era ya tarde cuando había despertado.
Se ponía a pensar quién lo había hecho, quién podría odiarlo tanto como para torturarlo de esa manera. Los sospechosos: Todos. Podría haber sido cualquiera. Los recuerdos de su último día como una persona libre se difuminaban con el fuerte olor. De repente sintió que subían por su rostro, luego estaban en todas partes. Se lo comieron de a poco. Un grito en la fosa.
Antes de la primera misa de requiem ya había muerto.
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