domingo, junio 18, 2006

A lo borgiano

Desperté muy agitada como todos los días, dos horas antes de la hora a la que en realidad tenía mi alarma programada. Tú sabes como soy de paranoica, el solo pensar que no cumpliría con mi meta mañanera de despertarme a las 9 hacía una gran influencia en mi cuerpo. De un tirón se abrían mis ojos, creo que la violencia del movimiento incluso llegaba a doler. Luego era imposible volver a dormir.

Continuaré con la siguiente parte de los hechos de aquel día que no conoces, debido a que escapan de mi rutina.

Como un gusano logré llegar al baño. Abrí bien mis ojos, aunque solo podía ver bien con uno. Empecé a observar con cierto morbo mi propio cuerpo en el espejo, lentamente de abajo hacia arriba. Mis senos, mi cuello, mi mentón. Luego continué con una vista decente, de nuevo lo vi todo pero ahora de arriba hacia abajo. Cómo cambia la perspectiva de lo que ves cuando lo miras de otra forma ¿no?

Una vez más de arriba hacia abajo. Ombligo, estómago, senos, cuello mentón y ahora que sigo un poco más hacia arriba ¿Dónde estaban mis labios? Pero si estoy casi segura que aún estaban ahí cuando me fui a dormir. Instintivamente empecé a buscarlos por mi cuerpo, talvez se aburrieron de estar tanto tiempo en el mismo lugar, es algo que a todos nos pasa.

Los busqué por todas partes, te juro que busqué. Talvez se me habían caído a un lado de la cama, el lugar preferido de los objetos para esconderse. Al no verlos por ninguna parte mi desesperación empezó a pensar por si sola.

No se si entiendas la magnitud de la situación. Ahí estaba yo, luciendo como un conejo, a la edad de 20 años. Mi ansiedad ya no podría morderlos hasta hacerlos sangran, mi pasión ya no podría moverlos suave o salvajemente para darte un beso o algo más, mi vanidad ya no podría jugar con ellos para seducirte y mi vicio ya no se podría fumar un cigarrillo. Tenía que encontrarlos.

Se habían quedado pegados a un vaso talvez y no me había dado cuenta ¿Tu crees? Espérame un rato, voy a ver.

Discúlpame por la demora, busqué en cada vaso de la casa. ¡No están! Se complicó. Ahora si que se complicó.

Talvez eran claustrofóbicos, tú sabes que a mi no me gusta salir mucho y mi casa es pequeña. Entiendo que si padeces de esta fobia, debe ser muy difícil acompañarme todo el tiempo. Creo que fue mi culpa el no notar su necesidad de salir, no sólo por el hecho de salir en sí, sino también para atraer una que otra mirada, un roce de otros iguales a ellos.

Dejé la ventana abierta, lo más seguro es que salieran por ahí. ¿Suicidio? No, eran medios cobardes en el fondo. Creo que tan solo escaparon. Me aferro a la teoría de la claustrofobia, aunque si en realidad si esa hubiera sido la causa no creo que hayan podido aguantar tanto tiempo, se hubieran ido antes.

¿O será que te fueron a buscar? Una vez me contaron que les hacías mucha falta.

Bueno, debo irme, ya son casi las nueve, me tengo que despertar.

2 comentarios:

  1. Anónimo12:47 a. m.

    che cazzo dici????????????

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  2. no le melga nada si digo que es mas cortazariano, se parece a NO SE CULPE A NADIE de FINAL DEL JUEGO

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