Sofía luego se fija en mí, sonríe y me dice casi suspirando: Quiero sentirte dentro de mí. ¿Vienes? ¿Vienes? implora como un niña. No puedo evitar querer tocarla. Estoy encima de ella, besándole el hombro izquierdo. Huele a vainilla. Nos enredamos intensamente. Quiero sentirla cerca. Ha desistido de la llamada, pero sostiene el auricular negro sobre la mano derecha, que cae sobre el sofá. Sofía: felicidad y desdicha. Dos asteroides colapsando. Un hermoso espectáculo de la destrucción.
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