martes, julio 17, 2012

Teléfonos

Los teléfonos siempre me parecieron aparatos curiosos, nos atan a los otros y por eso son imprescindibles en cualquier historia. ¿Quién no ha dependido alguna vez de un teléfono? el anuncio de algo importante, un mensaje que debe llegar a tiempo, el silencio que simboliza como nada la espera de otro. Tengo 11 años y el teléfono suena en mi casa a las tres de la mañana. Ring. Ring. Ring. Mi madre se despierta y contesta con la voz inquieta. A partir de este punto en la historia soy incapaz de no asustarme cada vez que un teléfono suena entrada la noche. Malas noticias. Vicente, el hermano mayor de mi abuelo ha fallecido atropellado por un carro al intentar cruzar borracho la avenida Quito. Está internado en el Hospital Luis Vernaza, de todos los edificios de la ciudad este es para mí el más perturbador. Es de color verde pastel y detrás de él se levanta el Cerro del Carmen. Al igual que el manicomio público están muy cerca del cementerio. Es como si todos los enfermos de ambos hospitales están destinados a su tumba de una forma más directa, a caso más lineal que el resto. Mi tío abuelo está en el hospital pero ha muerto enseguida. La cercanía del cementerio me parece frívolamente funcional.
Lo que me inquieta es que han dicho que tenía escrito nuestro número de teléfono en su billetera. ¿Él habría anticipado de alguna forma que algo así sucedería? No, probablemente sólo lo había guardado ahí por mala memoria, y porque en esa época no habían celulares para agendar los números. Dudo que mi tío abuelo borracho andase con un cuaderno o un agenda en un bolsillo. Era más bien un ambulante. Debía tener todo lo importante anotado en papeles sueltos en su billetera. Pero ¿por qué mi número? ¿por qué nuestro número? ¿por qué nos llamaron solo a nosotras? ¿nos llamaron solo a nosotras? ¿éramos acaso sus personas de más confianza? ¿sus seres más queridos?¿su familia más cercana? Ahora estaba muerto y mi madre y yo las primeras en enterarnos, por teléfono. No recuerdo si fui a su entierro, solo recuerdo que lloré mucho y que mi madre llamó a alguien para que la acompañara al hospital para ver a su tío, ese hombre borracho pero dulce y abatido que ahora yacía sobre el metal frío de la morgue.

2 comentarios:

  1. Anónimo6:51 p. m.

    holа,
    Debo admitiг que hasta ahora no me interеsabа demaѕiaԁο esteblog, pero actualmentе estoy visitanԁolo
    regularmente y esta mеjοrando.
    Bien heсho!

    Fuente :: Lola

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  2. Gracias Lola, es cuestión de percepciones :) ha cambiado mi escritura porque yo he cambiado también (este blog empezó cuando tenía 19 años, y ahora tengo 26). No se si la escritura es mejor o no, sólo se que es distinta. Beso y gracias por leer y comentar.

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