miércoles, enero 28, 2009

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Mi yo adolescente que consideraba ya perdido, apareció hoy en la forma de un cráter gigante justo en medio de la frente.

domingo, enero 25, 2009

Aromas de Guayaquil

Cuando camino por las calles de los ceibos llego a oler el perfume de una flor, esa que las señoritas vulgares llaman "flor prostituta". Esa que sólo se abre en las noches.

sábado, enero 24, 2009

Ayer

Un Volkswagen rojo sirviéndonos de hogar.

Un teléfono en busca de una voz, cualquier voz.

Un manco queriendo alcanzarnos con las manos.

Deambulando por la ciudad, yendo a ninguna parte.

lunes, enero 19, 2009

El nacimiento


El caballo progenitor relinchaba de miedo en un rincón.
Irene padecía con las piernas abiertas, llena de dolor.
De sus entrañas asomaba la cabecita ensangrentada de un potrillo enredada en el cordón.
La cría nacía manchando todo de sangre alrededor.
Ya nacido y en pie fue en busca de un seno alimentador, el equino se saciaba con la leche que salía a caudales del pezón.
Lo que el potrillo no sabía es que su madre se había muerto en pleno nacimiento del horror, con la imágen espantosa de esa bestia que nacía de su interior.

La inundación

Y me aguanté tanto las ganas de llorar que las lágrimas se me empezaron a desparramar por dentro.

Pensamientos de Lady Welfare / Pensamientos de un petit pois


Después de estar todo el día bajo el edredón decidí tomar un baño. Nunca he sido muy ágil en superficies húmedas, pero agarrándome bien del lavamanos pude sumergirme en la tina, estaba llena hasta el borde con agua caliente. Mi cuerpo agitado se acomodaba en la bañera mientras la sopa se chorreaba por los bordes. Ahí en medio de los fideos estaba a gusto. Después de algún tiempo de inmersión me alzaron con una decidida cucharada. Me empecé a resbalar por la superficie plateada pero pronto recuperé el equilibrio. No vaya a ser que me muera como alguno de esos pobres nadies que se caen en la bañera. Yo preferiría morirme de una forma más…
- Ah! La soupe, elle est vraiment délicieuse.

martes, enero 13, 2009

El aguacero

Estaba cansada. Mamá y yo habíamos estado todo el día todo el día ocupadas en la recolección de los plátanos. Cuando terminamos, una ligera lluvia empapó toda la plantación, yo empecé a correr entre las matas sacando la lengua para tomar agua de lluvia. El viento pegaba muy fuerte sobre mi cuerpo, mi pelo se agitaba y me golpeaba la cara como latigazos. No podía seguir corriendo porque las mechas se me cruzaban frente a los ojos además de lastimarme las mejillas, entonces agarré un machete que estaba tirado en la tierra, me corte el pelo y seguí corriendo y bebiendo agua de lluvia hasta que el aguacero terminó.

martes, enero 06, 2009

Las Astillas

Juraría por Dios, si creyera en él (o Él con mayúscula como lo escriben los creyentes), que la casa se llenó de astillas. Estos pequeños abortos, residuos del palo y la espina se han calado en cada espacio de la casa. Al principio pensé que el perro las había traído consigo después de un día de revolcones en el campo. Mi asombro empezó cuando me di cuenta de que las astillas estaban en lugares a los que Kociancich no tiene acceso (estos son la cocina y el baño por cuestiones higiénicas e inspiracionales). Las astillas me han hincado todo el cuerpo pariendo puntos rojos que se asoman por la piel. Yo las acepto ya como parte de la casa, como esas lagartijas que se cuelan por los bordes de las puertas y después de unas semanas de tanto verlas uno las nombra Ignacio o Dorotea.

lunes, diciembre 08, 2008

Hoy pienso en mi cuerpo

Es cualidad de algunos asumir el alma, y desvanecerse en abstracciones, salirse del cuerpo como en un viaje y transformarse en poesía. Hay otros que preferirnos no desechar lo corporeo, retomar el cuerpo abandonado, re-encarnarlo, re-encontrarlo y ser vulva, ombligo, sudor y nuca.


Aquí un poema de Ghérasim Luca,
"Prendre corps"

Je te narine je te chevelure
je te hanche
tu me hantes
je te poitrine je buste ta poitrine puis te visage
je te corsage
tu m'odeur tu me vertige
tu glisses
je te cuisse je te caresse
je te frissonne tu m'enjambes
tu m'insuportable
je t'amazone
je te gorge je te ventre
je te jupe
je te jarretelle je te bas je te Bach
oui je te Bach pour clavecin sein et flûte

viernes, diciembre 05, 2008

Madame Victoire

- Este calor ya no se puede aguantar - dice Madame Victoire mientras abre el abanico forrado de encaje. Con la nariz bien empolvada y el corset ajustado pasea por las plantaciones de banano en el carro halado por dos caballos. Desde que ha llegado al pueblo costero del nuevo mundo pasa así las tardes de más calor. Mientras el carro avanza, una pequeña brisa, aunque húmeda y caliente, la refresca un poco. Otras tardes se queda en casa jugando al bridge con sus conocidas, damas de sociedad, deseando estar bajo la fría manta invernal que cubre de nieve la Europa total.

martes, diciembre 02, 2008

La Reina de Constitución


Se arregla, se perfuma, se pone sus mejores ropas.
¿Qué mas da caminar entre callejones oscuros mientras las ratas se pasean
cruzando de vereda a vereda por el barrio marginal de Buenos Aires?
¿Que más da que los ladruenzelos que se agrupan en las esquinas la adulen
con vulgaridades?

Ella es una reina, la Reina de Constitución, pero reina al fin.

domingo, noviembre 30, 2008

Principio Kosher

No podía evitar sentir el ascenso del bulto protuberante en sus pantalones cada vez que pasaba un infante.El sexo alborotado saltaba ante cualquiera de estas pequeñas réplicas de personas que lo obsesionaban. Sabía que pecaba de pensamiento, pero su cuerpo siempre lograba traicionarlo. Para censurar la idea retorcida de tener a un niño entre sus sábanas pensaba en su hijo. A él nunca le podría hacer nada, le repugnaba el sólo pensamiento de tocarlo. Se sentía sucio y lascivo ante cualquier caricia filial. Su sexo adormecido a veces se despertaba cuando arropaba al niño durmiente en su cama. Acto suscesivo, arcadas, vomito por doquier, violentos cortes, semi-mutilaciones ahí donde la sangre palpitaba provocando la erección. Su hijo no, no podía ser.

Para saciar su sed recurrió a cuidar todos los días al hijo de una ocupada madre vecina.El niño rubio, de grandes ojos temerosos obedecía ante el miedo de un castigo de su cuidador.Todos los días llegaba de la escuela con el hijo del hombre a quien debía su cuidado cuando no estaba mamá.Bajaba directo al sótano oscuro donde sabía, lo estaba esperando. Se entregaba docilmente ante lo que creía era un juego de adultos del que él, privilegiado, podía participar en secreto.

Los juegos a veces eran eternos, duraban horas. El hijo del hombre empezó sentirse solo, los celos corrían como un torrente por su alma. Ante el sentido desprecio, el hijo celoso convenció al niño de ojos temorosos para ser él quien bajara al sótano. Cada escalón que bajaba hacía más curioso su espíritu, sentía cada parte de su cuerpo palpitar ansiosas por ser parte del juego secreto que el padre, egoísta, no había querido compartir con él.

Una vez en el sótano sintió al padre acercarse, sintió su respiración al rededor de su nuca. Se quitó la ropa bajo la orden partenal, entre los besos de quien jamás había recibido ni el más frío de los cariños. Un fuerte sacudón y los gemidos extasiados del padre en celo se mezclaron con el llanto del hijo adolorido por tan violenta
intromisión. El llanto, ese llanto no era familiar en los juegos rutinarios del padre. Desesperado prendió la luz para descubrir lo que tanto había temido. Sus jugos nunca debían haberse mezclado con la sangre del hijo así como un cabrito no debe ser jamás cocido en la sangre de su madre.

Entre los llantos horrorizados de su único descendiente el padre se desmembró con la fuerza bruta de sus manos. Pasaron segundos para que el niño desnudo muriera de pena y culpa en el piso del sótano besando con fervencia el miembro sangrante del padre castrado.

Enunciación

Este solía ser mi espacio, hoy es la morada de los personajes macabros que vienen de lejos para perpetuarse en mi vil escribir.

“Inquilinos de mis palabras, les alquilo mi lenguaje para que se inmortalicen en él, háganme cruel, despójenme de todo sentimiento magnánimo y hagan sangrar mis dedos cada vez que dude alejarme de mi pluma o peor aún, hacerla misericordiosa.”