Maquíllate cada pequeña imperfección del rostro, que tu cara parezca de porcelana, así nadie dudará de tu pureza. Agárrate bien el pelo en un rodete y sobre él coloca la vincha del velo. Es importante que te tape bien, así generarás expectativa en tus invitados, que estarán impacientes por ver el impecable trabajo de maquillaje realizado con tanto esmero.
No olvides usar algo regalado y algo prestado, aunque no creas en supersticiones, alrededor de estos artículos puedes crear temas de conversación en la fiesta de recepción.
Al partir la torta, no olvides dar solo un bocado, que no masticarás. Lo engullirás con una sonrisa coqueta, cuidando que no se te arruine el labial. No tomarás ni una sóla copa durante toda la noche, a excepción del brindis formal (el cual tomarás viendo a tu esposo con ojos de enamorada)... no sea que disfrutes mucho de este día.